Influencers creados con Inteligencia Artificial

22 noviembre 2018

¿Se nos está yendo de las manos el marketing de influencers? Microinfluencers, Petfluencers (mascotas famosas), Kidfluencers (niños que son fichados para promocionar productos o servicios)… Y ahora llegan los Influencers Virtuales. El mejor ejemplo de ello es Lil Miquela, la influencer de mentira.

Lil Miquela es una influencer virtual, pero durante muchos meses ha estado haciendo pensar a muchos de sus seguidores que se trataba de alguien real. Trevor McFedries y Sara Decou la crearon como uno de sus proyectos de arte digital en 2016. Una imagen generada por un ordenador que usa inteligencia artificial para crear personajes. Lil Miquela tiene más de 1 millón de seguidores, colabora con marcas de primer nivel e incluso ha sacado un single, “Not Mine” que se puede escuchar en la plataforma de música Spotify.

A pesar de tratarse de una imagen virtual, Lil Miquela se pasea por Los Ángeles, asiste a inauguraciones de galerías de arte y de moda, se hace selfies en lugares diferentes de la ciudad y es un referente de estilo con prendas de Chanel, Tommy Hilfiger o Supreme, entre otras. Además, en algunas de sus fotos aparece con amigos, referentes de la industria de la moda, personajes que sí son reales.

Bermuda, Blawko o Shudu son otros perfiles en Instagram que no son reales, son Influencers Virtuales. En algunos casos, su imagen de irrealidad se ve claramente, pero en otras publicaciones su imagen podría ser confundida por un ser humano.

 

 

Marketing de Influencers Virtuales

El marketing de influencers funciona porque se vende la idea de algo real, es decir, se vende la idea de autenticidad. Se trata de voces expertas que han probado el producto o servicio y lo recomiendan o no. Entonces, ¿qué hace que las marcas se interesen por influencers virtuales, por alguien que en realidad no existe?

Básicamente porque son jugadores “limpios”. Un influencer virtual no hará o dirá nada que ofenda o sea motivo de escándalo y que haga que los seguidores de una marca se sientan incómodos por ello. Controlar el mensaje que se quiere dar es mucho más fácil con influencers virtuales.

De hecho, las propias marcas pueden acabar creando sus propios influencers con inteligencia artificial. Los posicionan en las redes sociales y, a partir de ahí, controlan qué hacen y cómo lo hacen. ¿Dónde está el límite? ¿Nos podemos fiar de un influencer que tiene como creador una marca?

 

¿Qué pasa con los consumidores?

Este mercado emergente de influencers virtuales podría abrir la puerta a una necesidad de mayor regulación por cuestiones éticas. Y es que los consumidores muchas veces no son conscientes de que quien recomienda un determinado producto/servicio no es real, sino un ser virtual que existe gracias a la inteligencia artificial. ¿Cómo un influencer virtual puede recomendar productos o servicios y dar opinión sobre ellos y que resulte creíble?

En el mundo de la moda y la belleza hay cada vez más influencers virtuales y, la mayoría no nos damos cuenta, lo que hace que las fronteras se vuelvan más difusas. Cuando una marca importante de cosmética reinstagrameó una imagen de Shudu, los seguidores de la marca no sabían que lo que estaban viendo no era real, sino un ser virtual creado por inteligencia artificial.

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